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viernes, 17 de febrero de 2012

Los ahuizotes


Mi nombre es Steven Shigarlúa, estaba en Arabia en 1998, y al momento de emprender mi viaje decidí visitar Nicaragua ya que investigué mediante el internet que un país rico en cultura y tradición. Específicamente, anhelo estar en las fiestas de Masaya (los ahuizotes) por toda su pomposidad.

El vuelo se atrasó un poco dado que llovía fuertemente y caía granizo, es por ello que llegué a las 7:40 de la noche.Cuando arribé al destino deseado, me fui solo a Masaya. La celebración de los ahuizotes aún no había salido del punto de reunión, lo que me favoreció porque si no, me hubiese perdido.

Había por todos lados fritangas y por ende se respiraba un olor a carne asada, el humo perfumaba toda mi ropa. La gente decía a fuertes gritos: “¡Vivan los ahuizotes!”.  Andaban candiles, tarros viejos, calaveras, coyundas. Se sentía bastante el olor a incienso.
Asistieron muchas personas --eran incontables--.Era precioso estar rodeada de gente alegre, estaban alarmadas porque sabían que en unos momentos los ahuizotes saldrían de la casa comunal. Masaya se miraba muy elegante, había faros por todos lados, a pesar que había llovido y estaba lodoso permanecía muy limpia.

Llegó el momento esperado. Ya estaban listos los ahuizotes, tanto los niños como los adultos y los ancianos que se disfrazaban de la Cegua, la Muerte Quirina, El Cadejo, la Llorona, la Mocuana, el Diablo Negro, el Diablo Rojo, la Carreta Nagua, el Padre sin Cabeza,las Monjas,La Bruja, los Duendes y muchos espantos máso personajes que inventan, estas personas lo hacenen honor a las leyendas nicaragüenses.

La fiesta era tan llamativa que me entró una curiosidad y observé minuciosamente los trajes que utilizan, que portan una máscara y una cotona negra, blanca, café o de cualquier color oscuro. Pero a cada traje le ponen las características del personaje. Además, arrastran las cadenas por las calles para hacer un ruido tenebroso y molesto. También algunos llevan tumbas y machetes de madera con pintura roja para que parezcan ensangrentados.

El baile carnavalesco se sentía a flor de piel, a cada momento mi tezse erizaba, los ahuizotes bailaban al son delos chicheros y de las marimbas,me emocioné tanto que fui capaz de menearmecon ellos. Los ahuizotes estaban espantando tanto a toda la genteque andaba en las calles como a la que observaba la procesión en sus casas.El recorrido se efectuó por todas las principales calles de Masaya.El desfile fue alegrísimo, lleno de bulla y de diversión.
Las casas estaban alumbradas a medias con antorchas y candiles para crear una atmósfera siniestra. La gente, además de llevar sus disfraces, se embadurna todo el cuerpo de manteca de cerdo y de grasa.

Los gritos son aterradores, pero en este momento no es por el susto de los ahuizotes: “¡vamos, vamos están regalando comida y fresco!”, sino porque mientras hacen el recorrido, algunos pobladores en devoción a las festividades del patrono San Jerónimo reparten nacatamales, chicha, cosa de horno, rosquillas, indio viejo,revueltasy otros alimentos y bebidas derivados del maíz.

Mientras pasaba la procesión, algunas viejitas, por sus creencias de antaño, vestían a sus nietos de rojo para evitar un mal, le ponían una cruz de incienso en su frente para que no  aparecieran viscos al día siguiente, los abrigaban y se sentaban debajo de una escalera como símbolo de protección de los espíritus de la noche, espíritus burlones o espantos.

La viejita de 95 años aseguraba la validez histórica de las leyendas tales como la Carreta Nagua, la Llorona, la Mocuana, el Padre sin Cabeza que son historias tenebrosas, de terror ancestral. “Nacen cuando por primera vez los españoles nos agredieron en nuestras tierras e impusieron a espada y fuego exterminar casi totalmente a nuestra población indígena”.

Remojado por la lluvia y el sudor, ya casi amaneciendo, y un poco mareado por la chicha bruja que me tomé, fui a Monimbó a hospedarme a un hotel llamado “Casimiro la revuelta”, para seguir disfrutando, porque los masayas me transmitieron su alegría y no pienso irme jamás de Nicaragua.

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