La
caperucita y el perro vivían a orillas del cementerio las agüitas en el barrio
milagro de Dios. Una noche de tantas el perro debía ir a comprar el pan, la
taza de leche y el zepol.
--Tengo
frío y miedo que me salgan los muertos o
fantasmas, decía el perro temblando.
--¿De
qué tienes temor? Preguntó la caperucita diabólica.
--¡Es
que todas las noches la sexy abuela se mantiene en el cementerio bailando
encima de los sepulcros!
--No
temas, yo te pondré una cruz de ceniza en la frente, rezaré mientras vas en
camino, y sino regresas en veinte minutos yo te iré a buscar, le aseguró la
caperucita--.
El
perro tomó su costalito y los reales, se enrolló en la mano un rosario
fluorescente y se fue a hacer el mandado.
Pero
en el camino detrás de un árbol estaba escondida la sexy abuela, quien ya iba a
cumplir su labor al cementerio.
--Pero
de repente la sexy abuela le dice al perro: Vení, vení cosita rica te enseñaré
cómo se baila en los cabarets porque sí asistís te irás al cielo.
--El perro no aceptó. Le mencionó a la
sexy abuela: Soy cristiano y aplico la palabra de Dios “Soy sal y la luz del
mundo y bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en
camino de pecadores… sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley
medita de día y de noche” estás palabras
reman en mi corazón.
Entonces
el perro cristiano cuando terminó de hablar siguió su camino. La sexy abuela en
un descuido agarró fuertemente de la cola al perro, lo violó y lo dejó tirado
en el predio baldío cercano a las “piscinas Milagro de Dios acabado”.
Ya
había pasado más o menos una hora, entonces la diabólica caperucita comenzó a
ponerse nerviosa y hacía más de cinco invocaciones a lucifer.
--La
diabólica dijo: Iré a buscar al perrito lindo, ya dilató. ¿Qué le habrá pasado
a este chavalo?
La
diabólica se fue por el camino que usualmente escogía el perro más no lo
encontró, pero allá a lo lejos se escuchaba un aullido, sí ese es el perro, yo
conozco ese sonido y eso fue la pista correcta para la caperucita. Cuando llegó
por fin a donde se encontraba el perro recogió la cola que estaba ensangrentada
con unos dientes de leche, cargó al perro y se lo llevó a la casa para curarlo
y exaltar al ángel caído.
¡Solo acabando con la sexy abuela que
para nada sirve podremos ser felices, dijo la Caperucita al perro!
Acto
seguido invitó a casa a la sexy abuela y le ofreció café de palo y le puso las
llamadas hierbas feroces que acaban con las personas en cuestión de segundos.
Desde
entonces el perro volvió a tener su cola y la Caperucita ya no era diabólica se
casó con el perro y viven felices porque ante los ojos del Rey están bien ya
que cumplen sus mandatos y no son yugos desiguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario