Puedes llegar a puerto Corinto: en
barco. Además, en bicicleta de la parte de Paso Caballos. La ciudad se presenta
diferente al que viene de tierra y al que viene del mar. Al caballero
inversionista le dicen que el puerto es el único en Centroamérica que posee las
mejores condiciones naturales, y con acceso a todo el resto de ciudades, pero
al bicicletero que desea permanecer en el puerto y trabajar no se le informa lo
invisible que desde los aborígenes del cacique
Agateyte hasta estos días, han vivido de la explotación marítima, lo que ha
permitido un acelerado crecimiento poblacional.
El inversionista con ojos
saltones y brillantes, con su boina, saco y pantalón negro con su corbata a
rayas en rojo, azul y amarilla, su puro en la mano derecha y con sus anteojos
Rayban en la cabeza maquina toda la ganancia que tendría en un país que
fácilmente se persuade a sus habitantes con estrategias extranjeras.
Lo nublado siempre va para el
indio que desde tiempos antaño ha tenido una vida asida a las riendas de la
navegación y la extracción de las riquezas del mar. Cuando todos tienen el tiro
al blanco en el caballero financiero, el desempleo azota al bicicletero hasta
para sepultar a sus deudos.
Cada individuo percibe de
diferentes maneras una ciudad. Cada metrópoli recibe su forma del desierto al
que se opone; y así ven el inversionista y el bicicletero a puerto Corinto,
ciudad de confín entre dos desiertos.
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