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lunes, 2 de enero de 2012

El arte para las niñas


El arte para las niñas
En una ocasión, dado a que  a mí me encantaba viajar por todo el mundo, visité  el hermoso país Coconuco.

La ciudad era preciosa, me compadecía de los pobres, entonces, los visitaba, les llevaba comida y ropa. Por primera vez visité el barrio Parlanchín, donde había una casa muy humilde construida a base de barro y de lodo, su techo era de tejas, se respiraba un aire muy cálido y fresco.

Afuera de la casa se encontraba un señor llamado Armando Cabezas, él era muy reconocido por su gran labor, creatividad, sencillez y experiencia en crear muñecas parecidas a niñas coconuqueñas.

La elaboración de muñecas era  todo un arte, don Armando era un gran artesano de muñecas. El trabajo era tan fino y precioso, que en una ocasión presentó cincuenta muñecas en una kermesse. Todas las muñecas eran diferentes. A la actividad acudió el licenciado Jorge Almendárez, quien es el dueño de las muñecas Barbie y dijo: “Es un gran trabajo, esas muñecas valen la pena”.

Don Jorge pensó en voz alta: “A pesar de que las muñecas son de aluminio y porcelana están bellísimas. Yo voy a hacer negocios con este señor”.

Al terminar la actividad, don Jorge Almendárez negoció con Armando Cabezas, y decidieron hacer una fábrica de muñecas…, pero de plástico.

Cuando la empresa fue creada, era muy divertido, porque todas las niñas llegaban a tomarse fotos para que hicieran un clon de ellas. Las filas eran inmensas, cada día se elaboraban de 500 a 700 muñecas.

Una niña llamada Magdiela Trujillos, llegó a la fábrica porque a ella le interesaba aprender, ella no quería ser clonada. Era una niña que tenía gran facilidad para aprender.

Entonces, un lunes de madrugada decidió decirle a don Jorge que si le permitía ser parte de la empresa, para crear muñecas. Don Jorge no la pensó dos veces y le dijo que sí, porque él estaba consciente de que las niñas poseen mentes prodigiosas, bastante arte e imaginación.

Magdiela, día a día, proponía nuevas ideas para la empresa, las cuales eran impresionantes y de gran valor. Las actitudes de los dueños no eran muy buenas, porque ellos eran egoístas, ya que no le enseñaban todas las técnicas y secretos para la creación de las muñecas. Dado al actuar de ellos, la niña decidió irse de la empresa.

Es evidente que las niñas tienen un arte para crear todo tipo de artículos, porque Magdiela desarrolló una nueva fábrica patrocinada por la empresa “El mundo maravilloso de Disney”, que la ayudó bastante, y permitió que los demás coconuqueños aprendieran a elaborar muñecas y así pudieran progresar.

Este viaje fue el mejor de todos, y me dejó una lección impactante: No debemos discriminar ni subestimar a nadie. Me emocionó aprender a hacer muñecas, primero de aluminio y de porcelana, y luego de plástico. Es unahistoria inolvidable.

El texto que anteriormente leíste me permitió viajar a un nuevo lugar. Conste es ficticio.

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